O también Caída en picado: el caso Boeing, título con el que a veces se exhibe en ciertos países aunque lo normal es encontrarlo en su formato original en inglés. Documental producido para Netflix por Ron Howard y Brian Grazer (dos viejos conocidos de esta web) que explica los entresijos de un caso que va mucho más allá de lo evidente, cuando dos aviones Boeing 737 MAX recién estrenados se estrellaron sin causa aparente con pocos meses de diferencia, matando a cientos de personas.

La razón última, como siempre, está en el dinero. Durante los primeros años de este siglo el gran competidor del gigante estadounidense, el consorcio europeo que forma Airbus, le había comido la tostada en el segmento más importante de la aviación comercial (el de los aviones de medio alcance) con sus nuevos A320 y A321 Neo, tan eficientes, seguros y bien construidos que fueron adquiridos hasta por algunos de los operadores americanos más relevantes. Boeing sólo tenía dos opciones para competir contra Airbus: diseñar y construir un avión completamente nuevo, algo que requeriría años y miles de millones en inversiones, o renovar por enésima vez su avión más popular, el archiconocido pero anticuado 737, cuyo primer vuelo había tenido lugar en 1968. La empresa optó por lo segundo, pero para abaratar todavía más la operación incorporó una serie de modificaciones en el nuevo modelo sin informar debidamente a las autoridades reguladoras, a las compañías aéreas ni a los pilotos de 737 antiguos, lo que en última instancia permitiría a estos últimos volar el aparato sin necesidad de entrenar en un simulador, con el consiguiente ahorro de costes. Boeing se hartó de recibir pedidos del MAX, sin que nadie imaginase lo que vendría a continuación.

O tal vez sí, porque tal como revela el documental, no fueron pocos los ingenieros de Boeing que denunciaron la situación y lo que podría ocurrir si la compañía se empeñaba en seguir transitando aquella ruta hacia el desastre. Y es que, tal como más o menos da a entender el título, Downfall no se centra tanto en narrar las circunstancias que rodearon dos espantosos accidentes aéreos y las consecuencias que tuvieron para las familias de los muertos, las cuales no es preciso describir dada su obviedad. Lo que realmente destapa Downfall es hasta qué punto el liberalismo salvaje imperativo en nuestra sociedad puede actuar con una impunidad casi absoluta incluso en sectores tan sensibles como el de la aviación comercial, donde la seguridad aparentemente lo es todo pero parece importar poco a la hora de la verdad. Al menos para Boeing.

Downfall disecciona la historia reciente de una firma cuya evolución ha corrido en paralelo a la del modelo económico impuesto a lo largo de las últimas décadas, en el cual la economía productiva y la calidad del producto resultante (en este caso aviones) se han visto paulatinamente arrinconadas en favor de un modelo basado en la especulación financiera, donde lo único que cuenta es la cotización de la acciones en función de la cual los directivos y accionistas percibirán jugosas bonificaciones.

Baste como ejemplo citar que, con tal de proteger este modelo infame y cubrirse las espaldas ante una posible demanda, los jefazos de Boeing llegaron a usar el racismo como arma, acusando a los pilotos de los aviones accidentados (uno indonesio y otro etíope) poco menos que de no tener ni idea de volar. Según ellos, estos accidentes no habrían ocurrido con tripulaciones americanas a los mandos. Afirmaciones dignas de una cuadrilla de hijos de puta a quienes los periodistas que investigaban el fregao no tardaron en dejar con el culo al aire revelando los defectos de un avión potencialmente mortal. Pero así y todo tuvieron que ser los chinos los primeros en dar la orden de dejarlo en tierra. Sólo entonces las autoridades estadounidenses reaccionaron con la misma medida, extendida acto seguido a nivel mundial. Fue la primera vez que se hizo algo así en toda la historia.

En resumen, un espléndido largometraje documental que, pese a todo, deja un regusto agridulce. Y no por sus defectos, que a mi juicio pocos tiene, sino por la certeza de que nada ha cambiado ni cambiará. Baste por ejemplo leer esta noticia o que, tal como rezan los créditos finales del «docu», el presidente y CEO de Boeing en el momento de los accidentes recibió una indemnización de 62 millones de dólares tras ser «jubilado» de tapadillo, por supuesto sin asumir responsabilidad alguna. ¡Que vivan el libre mercado y la economía neoliberal!

Resultado: aplausos.

Ficha en la IMDB.

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