Resulta poco probable que usted conozca la figura de Jimmy Savile, dado que esta santa web está escrita en castellano y se dirige preferentemente a un público hispanohablante, en general poco conocedor del personaje en cuestión. Esto a buen seguro cambiaría en el hipotético caso de que usted haya vivido en Reino Unido y especialmente entre los años setenta y ochenta del siglo pasado, porque en aquel entonces Savile era tenido allí por un dios.

Nacido al norte de Inglaterra en 1926, empezó su vida laboral como minero pero fue lo bastante perspicaz como para darse cuenta del potencial que la industria musical iba aglutinando durante el transcurso de los años 40 y 50, de modo que colgó el pico y el casco y se hizo pinchadiscos hasta conseguir un puesto en una emisora de radio. Resultó ser tan bueno que fue elegido como el mejor Dj del país varios años seguidos.

Cuando la popularidad de la TV comenzó a emerger a principios de la década siguiente, su salto al medio estaba cantado y la BBC le fichó como presentador del legendario programa musical Top of the Pops, mientras Savile seguía compaginando sus apariciones en la radio con labores filantrópicas que le convertirían en un personaje adorado allá por donde pasaba. Dotado de un carisma irresistible teñido con esa pizca de irreverencia estrafalaria que tanto suele gustar a los británicos, llegó a la cima recaudando millones de libras para reconstruir un hospital que se había venido abajo tras una nevada. El público le veía capaz de hacer realidad cualquier deseo, sobre todo entre los niños, y por ello la BBC le adjudicó otro programa que también se haría mítico: Jim’ll Fix It (Jim lo conseguirá). ¿Quieres convertirte en uno de los policías que guardan las puertas de Downing Street y conocer en persona a la Primera Ministra? Jim lo conseguirá. ¿Sueñas con pilotar un coche de carreras? Jim lo conseguirá. Cuando Savile murió en 2011, a punto de cumplir 85 años y pese a que ya se encontraba gravemente enfermo, la conmoción en Reino Unido fue enorme y se le organizó un funeral digno de un jefe de Estado.

Pero como ya habrán supuesto, aquella figura legendaria tenía un lado oscuro. Muy oscuro. Aunque los rumores sobre su gusto por yogar con jovencitas eran conocidos desde hacía lustros tanto dentro como fuera de la BBC, sólo hasta poco antes de su muerte no comenzaron a ser investigados seriamente, y no fue tras el deceso que pudieron confirmarse con total veracidad. Resultó que aquel supuesto héroe del pueblo británico había cometido cientos de abusos durante décadas (algunos medios los cifran en más de un millar). Sin contar las ocasiones en las que Savile se aprovechó de niños y niñas que querían acudir a sus programas, como entre sus labores «filantrópicas» estaban varias colaboraciones trabajando de celador en hospitales para discapacitados o centros para personas conflictivas cuyos testimonios serían puestos en entredicho, podía cometer sus fechorías con más facilidad, llegando incluso a practicar necrofilia por tener acceso a la morgue de alguno de dichos hospitales.

¿Cómo pudo tan monstruoso individuo salir indemne de toda culpa con semejante historial? Pues es lo que intenta explicar este documental de Netflix dividido en dos partes. La primera se utiliza para «situarnos» en la figura de Jimmy Savile y explicarnos su trascendencia en la sociedad británica de la época, que fue enorme tal como ya hemos explicado. Mientras, la segunda indaga más en la vertiente escabrosa del caso sin renunciar a testimonios muy duros y descriptivos por parte de algunas víctimas, faceta esta última que podría considerarse sensacionalista y morbosa, pero que en este particular considero necesaria a la hora de contrastar la «ficción» expuesta en la primera parte del documental con la espantosa realidad y formarnos una imagen adecuada no ya del asqueroso hijo de puta al que retrata, sino de los tiempos en los que vivió su mayor gloria, responsables en cierta medida de su impunidad aunque nos cueste o incluso no nos guste admitirlo.

Porque conviene no olvidar que aquellos tiempos eran otros, y hasta hace bien poco los delitos de índole sexual, incluso relacionados con pederastia como los cometidos por Savile, carecían de la trascendencia actual. No es que no fuesen mal vistos, ojo, pero la gente los percibía de manera mas «indulgente» (ruego permítanme el uso de tal expresión y el entrecomillado, con lo que eso da a entender). Si alguna chica se atrevía a acusar a Savile de abusos, sabía que el juicio se lo harían a ella antes que al acusado. Él mismo se permitía «jugar al despiste» (y ruego permítanme de nuevo entrecomillar) presumiendo en entrevistas de que esa noche la pasaría con una o varias zagalas aún por estrenar o como mucho recién estrenadas, sin que nadie le tomase demasiado en serio e incluso generando cierto cachondeo en el proceso.

Al final, la respuesta a la pregunta formulada dos párrafos más arriba puede que la tuviese el propio Jimmy Savile, quien llegó a afirmar sin tapujos que para transgredir las normas lo ideal no es ser inteligente sino astuto: una persona inteligente puede cometer errores; una astuta no. Y es que Savile demostró tener la astucia de un zorro, por su capacidad para mantener una impostura durante décadas (y más una como la suya, encima sin haber tenido jamás pareja estable conocida), protegiéndola al ganarse la amistad de personajes tan poderosos como Margaret Thacher, que le tenía en un pedestal como ejemplo de la validez de sus políticas neoliberales y de ese falso mantra asociado a ellas de que cualquiera puede alcanzar las metas que desea si pone en ello todo su empeño. Pese a los rumores por «comportamiento inadecuado» que ya entonces rodeaban a Savile, no paró hasta conseguir que le nombrasen Sir. En la BBC, la gente que sospechaba de él tenía miedo de ser despedida si le señalaba.

Hasta los Príncipes de Gales le pedían su opinión sobre asuntos de estado y consejos sobre cómo comportarse en público o redactar un discurso (¡). Pero sin duda fue la Policía quien más ayudó en última instancia a Savile: sí, también hizo amigos entre las fuerzas del orden, quienes desalentaron a posibles denunciantes y llegaron, inclusive, a retrasar o paralizar alguna investigación en curso aduciendo que las acusaciones eran poco creíbles o «endebles». En resumen: ¿Cuál es la lección final que nos da este documental? Nada como tener amigos hasta en el infierno para salirte con la tuya y hacer lo que te de la gana sin temer las consecuencias.

Resultado: aplausos

Ficha en la IMDB.

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