Los años 80 fueron, indiscutiblemente, los mejores en la carrera del gran Danny DeVito. Este entrañable cómico encadenó una serie de éxitos como actor y director que lograron colocar su rechoncha figura entre lo más selecto y popular del panorama cinematográfico de entonces, destacando sobre todo su asociación con otros dos actores de postín: Michael Douglas y Kathleen Turner. Con ellos había participado en el pelotazo de Tras el Corazón Verde (1984) y la inferior, aunque entretenida, La Joya del Nilo (1985). Pero sería en La Guerra de los Rose, ya al final de la década, donde el trío logró los mejores resultados de su peculiar alianza, con DeVito dirigiendo el cotarro esta vez.
Tomando como base el texto original del novelista Warren Adler, un DeVito en plena forma dejó su impronta característica de humor negro y mala leche en la que sin duda es su mejor película como director. Porque si hay dos cosas que destaquen en esta película esas son el humor negro y la mala leche, que hacen acto de presencia desde los mismos créditos iniciales, secundados para la ocasión por una estupenda banda sonora. A partir de ahí lo que sigue es una corrosiva historia de amor y desamor por desgaste y pasotismo cargada de misoginia (la mujer es retratada aquí como poco menos que una arpía despiadada), y que dispara a matar sobre los topicazos de las relaciones de pareja y sus miserias.
La Guerra de los Rose es una película muy divertida que en ciertos momentos recuerda a alguno de los mejores capítulos de Los Simpsons. No en vano el productor es James L. Brooks, el mismo que puso en marcha la afamada serie de dibujos animados. Aunque la segunda mitad del metraje sea la más entretenida por aquello de la “sucesión de putadas” que tiene lugar entre la pareja protagonista, quizás lo mejor esté en una primera parte más pausada pero que acumula algunas secuencias geniales, que ilustran maravillosamente cómo una pareja puede irse distanciando de forma lenta e inexorable, sin que los dos se den cuenta hasta que ya es demasiado tarde para arreglar nada.
Resultado: Aplausos. Con los protagonistas repartiéndose puyas.
(Este artículo fue publicado inicialmente por Leo Rojo en COMPUTER-AGE.NET el lunes 8 de marzo de 2010 y se reedita con el permiso de su webmaster).
Definitivamente tengo que verla de nuevo, no me acordaba de la mitad de estas escenas.
Pues ya estás tardando.