Imaginemos por un momento una peli de zombis hispano – italiana protagonizada por un tío que se hace llamar Ray Lovelock, italiano de pura cepa en realidad, y por una española de nombre “anglofilizado” para resultar más aparente, ex azafata del 1 2 3 que acabó en el cine de destape. Añádanle a eso un par de personajes arquetípicos, incluyendo al policía “cabeza cuadrada”, así como unas pocas teticas (insinuadas con más o menos recato) y gore de baratillo.

Después de leer semejante avance, muchos pensarán que No profanar el sueño de los muertos es un truño de proporciones bíblicas, pero nada más lejos de la realidad. Esta película, por increíble que pueda parecer, tal vez sea una de las mejores cintas de terror jamás producidas en España (no es coña) a pesar de que, con los años, ha sido olvidada hasta por los más (supuestamente) acérrimos fans del género.

Premiada en Sitges con toda justicia, No profanar el sueño de los muertos fue rodada en inglés y en solitarios parajes de la campiña inglesa por Jorge Grau, un tipo que despuntaba talento y que se encuadraba en la nueva generación de cineastas que, como Garci, aspiraban a romper los moldes de nuestro cine con frescura e ideas nuevas. Al contrario que Garci y otros miembros de esta “generación de los 70”, Grau acabaría encadenando un mediocre trabajo tras otro y sepultado por la bruma del olvido.

Bien construida y entretenida a pesar de sus estereotipos, la verdad es que esta cinta, vista con la “ambientación” adecuada (a oscuras, a solas…) sorprende por lo que puede llegar a acojonar. A ello contribuye sin duda el excelente aprovechamiento de los escenarios naturales en que transcurre la acción, que le otorgan un punto sórdido y macabro que le viene de perlas. Algunos podrán echarle en cara a la cosa las veleidades gore que se toma al final, pero creo yo que tampoco es para tanto. Además, ¿qué sería de una peli de zombis sin su ración de casquería?. Y hay que decir también que, pese a la sencillez derivada del escaso presupuesto disponible, los efectos especiales y de maquillaje están bastante conseguidos.

«Tá güeno, pero le falta una pizca de sal».

En resumidas cuentas, No profanar el sueño de los muertos es ideal para pasar un rato de divertido mal rollo sin más pretensiones. Podrá asustar o no, pero desde mi punto de vista se merece una oportunidad y seguramente sorprenderá a más de uno. Además contiene un marcado mensaje ecologista, algo bastante llamativo por cuanto, en 1974, la sociedad apenas había tomado conciencia de lo necesario que es respetar la naturaleza.

Resultado: Aplausos. Con una ración de entresijos para celebrarlo.

Ficha en la IMDB.

(Este artículo fue publicado incialmente por Leo Rojo en COMPUTER-AGE.NET el domingo 17 de junio de 2007 y se reedita con el permiso de su webmaster).

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