Los chicos de Pixar llevan años demostrando que son los mejores en el terreno de la animación digital. Desde que en 1995 estrenaron Toy Story, una verdadera revolución por aquel entonces que además arrasó en taquilla, John Laseteer y sus huestes no se han bajado de un carro al que, con el tiempo, otros se han ido subiendo con mayor o menor fortuna. A día de hoy el logo de Pixar es marchamo de calidad, no ya por las habilidades técnicas de las que la casa hace gala con cada nueva película, si no por el hecho de que dichas películas van mucho más allá del simple cine de animación para niños made in Disney que todos estábamos acostumbrados a ver hasta que esta gente irrumpió en escena. La originalidad y el atrevimiento de sus propuestas se ha ido plasmando en guiones cada vez más próximos a lo que podríamos llamar “películas de verdad”, que sin dejar de ser aptas para todos los públicos pueden ser vistas por niños y mayores sin que los primeros se aburran ni los segundos piensen necesariamente que están viendo una peli para críos.
En Up todas las premisas arriba citadas se cumplen casi al pie de la letra. Una vez más la propuesta que da pie al filme es atrevida y original: un vejete cascarrabias, harto de la mierda de mundo en que vive, decide un buen día atar a su casa un montón de globos para irse volando a Sudamérica montado en ella. Partiendo de esa idea tan descabellada, los guionistas construyen una historia que por momentos parece beber de las fuentes del Cuento de Navidad de Dickens, pero que enseguida te llama la atención y te engancha a la pantalla. La primera media hora de metraje es un cañón, con un tramo de diez minutos tras la secuencia de inicio que es absolutamente magistral. Pero por desgracia no todo iba a ser perfecto, y la culpa de que el tinglado comience a flaquear la tiene presumiblemente Disney, que por algo maneja los hilos aquí y pronto mete baza con el puto criajo de los cojones el típico niño presente en cualquier peli Disney que se precie, dispuesto a darnos lecciones de moralina casposa. No es que entonces la cinta se venga abajo, que no lo hace ni mucho menos, pero en el momento en que el infante empieza a compartir protagonismo con el Sr. Fredericksen la acción se resiente considerablemente. Por fortuna el niño, aunque repelente, no lo es tanto como nos podríamos temer y más o menos se soporta. Pero resulta evidente que es un lastre y que no aporta nada importante a la trama. La peli se podría haber hecho perfectamente sin él, y lo cierto es que si nos la imaginamos sin él probablemente lleguemos a la conclusión de que ésta podría haber ganado unos cuantos enteros más, dándose vía libre para mantener un tono más adulto a lo largo de todo el filme, sin tantos brindis a la audiencia más infantil.
«Herodes, ¿dónde estás?»
Esto no quiere decir necesariamente que Up sea decepcionante o mala. Al contrario: aún con sus “peros” la película es divertida y está repleta de momentos buenos, otros muy buenos, y unos pocos simplemente sensacionales. Si eres niño te lo pasarás muy bien con una historia que combina sabiamente diversión, amor, amistad y aventuras; y si eres mayor y así lo deseas, tampoco te sentirás tratado como un niño por un guión que por momentos admite una lectura entre líneas tremendamente seria e intimista. Como guinda al pastel, en esta ocasión incluso el doblaje al castellano es bastante aceptable, con el gran Luis Varela prestando su voz al Sr. Fredericksen. De la parcela técnica no hace falta comentar nada porque Pixar lo borda, como siempre, aunque ya puestos dejo claro que no merece la pena ver la película en formato 3D: la sensación de profundidad está mucho menos conseguida de lo que a priori podríamos imaginar, y para colmo la imagen pierde en colorido y contraste respecto a los tradicionales 35 mm.
Resultado: Aplausos, pese al jodido niño.
(Este artículo fue publicado incialmente por Leo Rojo en COMPUTER-AGE.NET el sábado 15 de agosto de 2009 y se reedita con el permiso de su webmaster).
Justo recién termino de verla en la TV, de casualidad.
La verdad es que es una buena película, el niño pone un toque gracioso, pero si eso, todos los niños son un coñazo asi que… 😀
Una cosa es un niño coñazo (que efectivamente, todos lo son) y otra muy distinta un niño repelente. Y es mucho peor lo segundo, dónde va a parar.