El 15 de marzo de 2022 se cumplieron cincuenta años del estreno de El padrino, una de las películas más icónicas e influyentes de todos los tiempos. En aquel momento nadie, jamás, habría imaginado algo así comenzando por su director, Francis Ford Coppola, quien sufrió un verdadero tormento a lo largo de todo el proceso de producción sobre el cual se han vertido ríos de tinta a lo largo de este tiempo, y que por ese motivo casi no merece ser comentado.
El propio Coppola se ha explayado a gusto sobre el tema en numerosas ocasiones. Verse alguna buena edición de la trilogía audiocomentada por él (como la que yo mismo tengo en casa, en cuatro DVD y repleta de extras) es, aparte de una lección magistral de cine, una mina de anécdotas y un fiel reflejo de todos los malos tragos que el cineasta hubo de digerir, incluyendo la famosa amenaza de despido cuando sólo llevaba una semana de rodaje y a pesar de haber filmado, ya entonces (al cuarto día), escenas tan brillantes como el asesinato de Sollozzo y McClusky por parte de Michael.
Las presiones no cesaron ni siquiera durante el montaje, sobre el que Paramount exigió inicialmente que no rebasase las dos horas y cuarto. Coppola quería uno de tres, pero estaba harto de injerencias y cedió. Afortunadamente los ejecutivos del estudio se dieron cuenta de que a la película le faltaba «toda su alma» y el director pudo salirse con la suya, aunque ello redujese el número de veces que podía proyectarse en salas. Porque aunque se tratarse de un filme de bajo presupuesto (casi una serie B), nadie creía en el éxito de El padrino y un montaje tan largo implicaba disminuir las posibilidades de amortizar el proyecto. Lo único importante, antes de que se corriese la voz de que la película era una mierda y nadie quisiera verla.
No hace falta contar o que sucedió después. Con todo, y pese al abundante material presente en la edición definitiva, hubo bastantes escenas que se cortaron en la sala de montaje por decisión de Coppola, que tampoco quería acabar entregando un mamotreto imposible de exhibir.
El vídeo aquí mostrado recopila unas cuantas, y aunque no sean clave para entender la película porque está muy bien montada, añaden aspectos interesantes sobre hechos y personajes y contribuyen a su refuerzo. La primera escena ya impresiona, con Vito acudiendo al lecho de muerte de Genco, su viejo consigliere, el mismo día que su hija se casa, como señal de respeto. Aunque la palma quizás se la lleve la escena en la que Sonny comunica a su madre que han disparado a su marido y esta, resignada porque sabe que es un capo al que pueden matar en cualquier momento, reacciona sin aspaviento alguno mientras su hijo comienza a planear la venganza. El vídeo incluye también los créditos finales inicialmente previstos, descartados en favor de la mítica escena que pone fin al largometraje.