Desde el fin del franquismo hemos pasado de una censura política a otra económica, que resulta mucho más perversa. Ahora hay libertad de creación. Lo que no hay es libertad económica. Hace falta ser un suicida y un kamikaze para hacer una película que moleste a los poderes, a los que otorgan las subvenciones. Si esa película no tiene ningún tipo de subvenciones y al final no se exhibe por falta de recursos, el productor va a la ruina.
(José Luis Dibildos).