Realmente no estoy muy satisfecho de mis trabajos en el cine, y a estas alturas no los considero tan importantes. En una película hay involucradas cientos de personas y tú no eres más que una pequeñísima parte, tu responsabilidad y control de la situación son igualmente mínimos. También ocurre a menudo que el equipo de personas que se supone colabora contigo no está a la altura de las circunstancias y las cosas empiezan a fallar. Es mejor cuando las cosas las haces tú solo y eres el único responsable. Aliens se hizo sin yo saberlo. Como tenían el material de la primera parte pensaron que no era necesario contar conmigo, así que para Alien 3 me ofrecí yo directamente y sin cobrar nada, porque pensé que utilizarían mi monstruo de todas formas y así, estando yo, podría ayudar a que las cosas salieran mejor. Otro aspecto negativo del cine es que los productores se creen con derecho a hacer lo que quieran. Cuando la película está acabada, te das cuenta de que no corresponde para nada con lo que habías imaginado. Se cambian diseños y conceptos. Con Poltergeist II quedé horrorizado cuando vi en qué habían quedado mis creaciones.
Con Alien pasó otro tanto. Concebí al monstruo como una criatura elegante en todos sus movimientos, erótica, fascinante en sus sonidos, y me lo convirtieron en algo feo, viscoso y repunante. Fue un desastre. Luché contra eso hasta el último momento. Por eso no quiero trabajar en más películas, y la razón es que no puedo ejercer suficiente control. Para eso tendría que ser el director, el productor, y hacerla solo.
(H.R. Giger en 1992).