Continuamos nuestro repaso a la épica vida de Perico Vidal en la serie que iniciábamos la pasada semana, basándonos en los artículos escritos por Marcos Ordóñez para su blog de El País. En esta ocasión nos centraremos en la amistad que Vidal mantuvo con Frank Sinatra, al que definir como uno de los más grandes artistas de todos los tiempos tal vez sea quedarse cortos. «La voz» se había desplazado a España para rodar Orgullo y pasión a las órdenes de Stanley Kramer, de quien Vidal era asistente.
Su conocimiento del idioma inglés y sus buenas dotes para el trato social habían convertido a Perico Vidal en indispensable para las productoras americanas que a partir de los años cincuenta, atraídas por los bajos costes y los estímulos de la administración, transformarían España en un enorme plató cinematográfico. Sinatra era un hombre profundamente demócrata que sentía odio mortal hacia la dictadura de Franco y lo tachaba de asshole (gilipollas) sin ningún pudor, lo que afectó a su ya de por sí difícil carácter. Pero Vidal supo manejarle desde el principio y entre ambos surgió una amistad que dejaría anécdotas inolvidables, como la vez que Sinatra se puso a tocar el piano para Ava Gardner o las competiciones organizadas para lanzar sillas contra el retrato de Franco que presidía la habitación del hotel madrileño donde Sinatra se alojaba.
A resultas de la experiencia, el español acabaría pasando un verano entero en Estados Unidos, invitado por el propio Frank a residir en su casa junto a él y su familia. Un privilegio inalcanzable hasta para los mejores amigos del divo y que Perico Vidal siempre agradeció porque, entre otras cosas, le permitiría conocer las raíces de su música favorita, el jazz, y a dos personajes de leyenda: Marilyn Monroe y John Kennedy.
Big Time episodio dos: Con Sinatra en Madrid (1956).
Big Time episodio tres: Con Sinatra en Hollywood.
Big Time episodio cuatro: Sinatra y familia.