“Jamás volverá a haber un grupo de tarados que, como éste, sea capaz de sacar tanto partido de cuatro putos acordes”. Esta frase, leída hace siglos por el que suscribe en un fanzine de instituto, resume de forma bastante concisa la trayectoria de una de las bandas más legendarias en la historia de la música. Hablar de The Ramones (o Los Ramones, como prefieran) es referirse a un hito indiscutible del que casi todo buen aficionado a la música conoce algo, aunque en su momento no gozasen, curiosamente, del predicamento masivo que sí disfrutaron otras bandas de punk rock. Ni que decir tiene que resulta muy sencillo encontrar toneladas de información respecto a ellos gracias a Internet. Con tantas facilidades al alcance de un simple “clic” de ratón, podría decirse que un documental sobre una banda como esta carece de sentido o de interés, pero nada más lejos de la realidad.
End of the Century es ante todo una historia de marginalidad, y de cómo esa marginalidad puede forjar y destruir un mito de forma tan incomprensible como pasmosamente fácil. En semejanza a lo ocurrido con los Sex Pistols (este documental establece paralelismos ocasionales entre ambas bandas), la historia de los Ramones es la de cuatro gamberros vistos como escoria en potencia por los vecinos del barrio de clase baja en el que vivían, que terminaron subidos a un escenario por el simple hecho de querer divertirse, follar y arrearle una patada en los huevos a una sociedad mortecina que, tras la explosión musical de los 50 y 60, se definía por dos conceptos básicos: crisis y aburrimiento.
Era una sociedad ciertamente parecida a la actual, amordazada por la incertidumbre, el miedo generalizado a ser políticamente incorrecto y atestada de música anodina procedente de grupos clonados unos de otros. En contraposición con el elegante rock progresivo (de moda por aquel entonces) y sus elaborados e interminables solos de veinte minutos, emergieron los Ramones como herederos directos de los Stooges o New York Dolls (por los que ellos sentían una gran admiración), con su repertorio de canciones cortas, contundentes y atronadoras en medio de una escenografía cochambrosa y pasada de rosca. Como se explica en el documental, era la misma puesta en escena que luego tomarían prestada muchas de las bandas más prominentes del punk británico como The Clash o los mismos Pistols, aunque estos últimos la llevarían hasta sus últimas consecuencias.
Estructurado parcialmente como homenaje a Joey Ramone, fallecido poco después de finalizarse el rodaje, End of the Century realiza un recorrido cronológico por la historia de una de las formaciones musicales más influyentes de las últimas décadas, partiendo desde las mismas raíces del punk rock. Como filme no tiene nada de revolucionario respecto a otros de su misma estirpe, y todo gira en base a las consabidas entrevistas a los miembros de la banda y a todos aquellos que tuvieron una relación importante con ellos. Nada nuevo bajo el sol, pero al menos está entretenido, no carece de ritmo y posee el atractivo añadido de poder ver grabaciones de conciertos y entrevistas del grupo, algunas de ellas inéditas.
Además se trata de un filme nunca estrenado en España, aunque sí disponible en DVD (que en mi caso pillé en la biblioteca, en una edición importada de muy buena calidad, por cierto). En resumidas cuentas, una gran oportunidad para conocer a unos tíos para los que no saber tocar una mierda, lejos de ser un obstáculo, acabó por convertirse en seña de identidad en su carrera hacia la leyenda.
Resultado: Caos y diversión.
(Este artículo fue publicado inicialmente por Leo Rojo en COMPUTER-AGE.NET y se reedita con el permiso de su webmaster).