Si algo distingue a la creación cinematográfica es que se trata de una actividad bastante aburrida. Lejos del glamour que se le supone, del aire festivo, bohemio y algo golfo que desde siempre nos han vendido los medios, la realización de una película, y más exactamente su rodaje, están controlados hasta en sus más pequeños detalles. Tiene su lógica porque, como norma general, hacer cine es una actividad en la que se arriesga dinero (no pocas veces mucho dinero) con la intención de obtener beneficios. Por ello no deja de ser un negocio, una actividad empresarial como otra cualquiera, en la que salir perdiendo puede traer funestas consecuencias. A la gente del cine no le gustan las sorpresas, y desde el momento en que alguien da el visto bueno a un guión se hace lo posible para dejar todo atado y bien atado. O casi todo, porque muchas veces queda lugar para soltarse un poco el corsé, en especial cuando los actores se ponen frente a la cámara y se dejan llevar. En este video podéis ver algunos ejemplos de ello, principalmente adscritos al cine del Hollywood moderno o relativamente moderno, de hace treinta años en adelante. La gracia es que la selección es buena (o a mí me lo parece, al menos) y está perfectamente comentada en castellano.