Perico Vidal se ha convertido en una especie de fetiche para esta web desde su nacimiento hace ahora tres años (¡cómo pasa el tiempo!). Con la tontería le hemos nombrado más que a cualquier celebridad y hasta llegamos a dedicarle un especial sobre su vida dividido en cinco entregas. Se lo merece porque aunque Vidal no es el único personaje del cine con una biografía apasionante, sus vivencias junto a colosos de la talla de David Lean o Frank Sinatra, unidas al hecho de ser un completo desconocido incluso para muchos que presumen de saberlo todo sobre cine, le convierten por derecho propio en una figura por la que resulta imposible no sentirse cautivado. Así me ocurrió la primera vez que supe de él, con ocasión de una entrevista promocional realizada por El País al periodista Marcos Ordóñez, a la sazón empleado del diario y autor del libro Beberse la vida: Ava Gardner en España, publicado en 2003. Buena parte de las personas entrevistadas por Ordóñez para la escritura de ese libro le habían recomendado contactar con Perico, quien había conocido muy bien a la actriz compartiendo con ella inacabables noches de juerga trufadas de anécdotas.
Subyugado por lo que escuchó, el periodista quiso que Perico le contase también su vida y se animó a grabar una serie de cintas, cuyo contenido solo vería la luz parcialmente tras la muerte de Vidal en 2010 dentro del blog que Marcos Ordóñez tiene en El País. Durante el especial que El cine mío le dedicó a Vidal en 2014, dejé caer que lo publicado por Ordóñez me había sabido a poco y que sería estupendo que alguien escribiese un libro entero sobre el que había sido el ayudante de dirección más importante en la historia de España. Y como si el propio Marcos Ordóñez hubiese captado la sugerencia tras leerme, ese mismo año se publicaba Big Time: La gran vida de Perico Vidal. Un libro que sin embargo no me he comprado hasta ahora, porque la campaña de promoción debió de ser muy discreta y solo me enteré de su existencia por pura chiripa mientras buscaba otros productos en Amazon.
Para empezar el análisis del libro yendo al grano, que a fin de cuentas es lo ideal, el hecho de que lo haya adquirido constata por enésima vez que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. O no, porque el primer «tropiezo» me lo regalaron, en lugar de comprármelo como en este caso. Ordóñez no es santo de mi devoción y por ello era consciente de estar arriesgando 18 euros en algo que tal vez iba a disgustarme, pero me podía la curiosidad. Con todo, resulta imposible ocultar la decepción que provoca una lectura que básicamente es una transcripción en papel de lo ya publicado por Ordóñez en su blog, limitándose a quitar algunos párrafos y añadir otros. La única novedad reseñable se localiza en el anexo donde la hija de Vidal, Alana, cuenta la pavorosa lucha de su padre contra el alcoholismo, que llevaría a ambos a reencontrarse después de pasar años separados. Un relato sin apenas valor, más cercano al sensacionalismo propio de un programa televisivo de cotilleos que a la temática del libro, que queda así desvirtuado en su tramo final.
De este modo, Big Time sólo es recomendable para aquellos que no conozcan el blog de Ordóñez y / u odien leer en la pantalla de un dispositivo electrónico. Al resto le bastará con echarle un vistazo a nuestro reportaje (que enlaza directamente con los artículos originales) y ahorrarse el dinero, porque no se perderán nada que valga la pena y podrán deleitarse de igual modo con las vivencias de un hombre genial, dotado no sólo con una memoria prodigiosa, sino también con una facilidad de palabra que, aderezada con una personalidad magnética como pocas, le permitía expresarse de forma inigualable. En cuanto a Marcos Ordóñez, el hecho de que reconozca abiertamente no haber grabado muchas de las conversaciones sostenidas con Vidal por pura desidia le define de medio a medio. A partir de aquí, ustedes mismos.