Coproducción franco-española dirigida por el gafapastoso cineasta serbio Emir Kusturica, donde la verdadera estrella es él y no el legendario futbolista que supuestamente retrata, al que utiliza para exhibirse como un pavo real. Tanto que este invento debería titularse Kusturica by Maradona y no al revés. La primera secuencia es bastante ilustrativa, con el realizador siendo presentado como si fuese una estrella del rock y subiéndose a un escenario para cantar y tocar la guitarra.

Utilizando dos puntales básicos para desarrollar el eje narrativo del documental (el Gol del Siglo y las patochadas de la Iglesia Maradoniana), Kusturica se encarga de la narración en off, se lleva al Pelusa a Belgrado para echarse unos rondos a con él en el estadio del Estrella Roja y aprovecha para hacerse autopromo, insertando secuencias de sus películas sin venir a cuento. En los huecos que deja libres permite que Maradona exprese sus opiniones de socialista de salón y dé rienda suelta a su visión quijotesca del mundo típicamente argentina, con ese rollo de «no hemos ganado otro Mundial por culpa de los delincuentes de la FIFA» como argumento de bandera. La guinda al esperpento la pone el pesado de Manu Chao, sobre el que huelga hacer cualquier comentario porque él mismo se define con su coñazo (algunos lo llaman «música») y sus actos relacionados.

Total, que Dios los cría y ellos se juntan, y aunque en consecuencia resulte un documental hagiográfico bastante prescindible, no deja de tener cierto interés y hasta algún momento divertido, como cuando Maradona define a Javier Solana (por boca de Kusturica, faltaría más) como «ese socialista español» con muy mala leche. Poco es, no obstante, para impedir que este trabajo abandone la mediocridad que lo caracteriza.

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