Wet Max fue el mote jocoso con el que en Hollywood bautizaron inicialmente a Waterworld. Kevin Costner iba lanzado tras el éxito de Bailando con Lobos y en un arrebato tuvo la genial idea de resucitar el género postapocalíptico, de capa caída tras el fin de la era Reagan y la Guerra Fria, sustituyendo la guerra nuclear por el deshielo de los casquetes polares y aprovechando así el miedo por el agujero en la capa de ozono, entonces noticia día sí día también.
Lo que siguió es conocido por casi todo el mundo: un rodaje afectado por un disparatado aumento de presupuesto desde los cien millones de dólares iniciales hasta más de doscientos y toda clase de infortunios (huracanes, amenazas de huelga por las malas condiciones de trabajo, enfrentamientos de Costner con su director y hasta entonces amigo Kevin Reynolds…). La tragedia se mascaba en el ambiente, y ya se habían acuñado dos nuevos motes para la película (Fishstar y Kevin´s Gate en referencia a dos de los mayores fracasos comerciales de la historia del cine, Ishtar y La puerta del cielo) cuando el estreno demostró que la cosa no había quedado tan mal, aunque resultase algo insulsa. Sin embargo tampoco era lo bastante buena como para enjugar con rapidez el pastizal que había costado, y los productores tuvieron que esperar años para obtener beneficios.