Ha muerto Roger Moore. Yo francamente le apreciaba mucho, pese a no conocerle de nada y, por añadidura, considerarle un mal actor. En ocasiones no hace falta conocer personalmente a alguien para que te caiga bien, aunque a veces no sepas explicar por qué. Me ocurre por ejemplo con Patrick Swayze y me ocurría con el citado Roger Moore, para empezar porque era un tipo sincero y un cachondo del que, no tomándose en serio a sí mismo, cabía esperar que tampoco lo hiciese con el personaje al que le debía la fama: James Bond. Hace algún tiempo dejé constancia de ello, y no podía evitar la risa mientras leía lo que Moore pensaba sobre el espía más famoso de la historia del cine y las películas que él había protagonizado dándole vida. Pero es que, viéndose ya muy mayor, no perdía ocasión de vacilar incluso a la hora de pensar en su propio sepelio:
No he planeado mi funeral. No soy la Reina. Sacarme en procesión por las calles de Stockwell estaría bien, supongo. Pero cuando me vaya, me gustaría que todo el mundo dijese: «Vivió más que cualquiera que haya conocido nunca».
(Roger Moore).
No me digan que alguien así no merece una puta reverencia.