Comentando Aeropuerto hace algún tiempo, traté de explicar por qué la famosa saga de películas realmente no comenzaba con aquella y sí con esta, descrita por críticos tan prestigiosos como Pauline Kael como «la jugada oportunista de un grupo de mercenarios». Que por lo demás les salió no ya redonda sino lo siguiente: buscando gastarse lo mínimo imprescindible (fueron tres millones de dólares en total o eso se dice, aunque yo tengo mis dudas) recaudaron más de cien. Literalmente se forraron.

Que la cinta tiene una factura económica se nota en cosas como las abundantes escenas dialogadas que transcurren en la cabina de pasajeros del avión, aprovechando al máximo un único y barato decorado. Dando por buena la estimación sobre el presupuesto (repito, dudosa), uno llega a preguntarse qué pedazo del mismo está realmente invertido en la película, porque el reparto es abundante y lo encabeza Charlton Heston, que ni se molestaba en pestañear frente a una cámara sin llevarse a cambio un buen pellizco. Le secundan viejas celebridades como Mae West o Gloria Swanson, caricaturizándose a sí misma al punto de hacer chistes sobre su relación con Cecil B. De Mille, con quien se rumoreó que anduvo liada durante uno de sus incontables matrimonios. Hay incluso un guiño al primer Aeropuerto en forma de George Kennedy dando vida al mismo personaje que interpretó en aquella película.

No hay mucho más que contar, la verdad. El argumento gira en torno a un vuelo comercial rutinario que deja de serlo cuando choca en el aire con una avioneta y los pilotos quedan incapacitados, obligando a una azafata a tomar los mandos para salvar la situación. Una trama algo ridícula y la presencia de no pocas chorradas, unidas a su enorme éxito, justifican que Aeropuerto 75 fuese objeto de una parodia salvaje pocos años después: Aterriza como puedas.