Los más perspicaces dirán que esto es una serie de televisión y no pinta un carajo en una web dedicada al cine. Y tendrán razón. Y no. En los ochenta, Steven Spielberg era Dios. Tal cual. Convertido en el primer embajador de la cultura de masas norteamericana, cualquier cosa que llevase su nombre en los créditos tenía el éxito asegurado. Él lo sabía y un día pensó en triunfar en la tele del mismo modo que había hecho en el cine, rindiendo homenaje a las series que de niño le habían impulsado a coger una cámara y más tarde le permitirían debutar como director. Siendo además el productor ejecutivo y por tanto el que ponía el dinero, no le costó mucho esfuerzo convencer a sus amiguetes de entonces para que participasen en el invento, mientras medio Hollywood se pegaba por la oportunidad de figurar en el staff y el otro medio se roía las uñas de envidia.
Contra todo pronóstico, Cuentos asombrosos no obtuvo el éxito esperado y sólo permaneció en antena un par de temporadas. Fuera de Estados Unidos su repercusión sería aún menor y casi nadie le prestó atención: sólo poco antes de su cancelación llegaría al circuito de videoclubes y años más tarde sería emitida por TV en diversas cadenas de pago (en España, por ejemplo, Calle 13). Para Spielberg se convirtió en una de sus mayores decepciones junto a 1941 y El color púrpura, pero entretanto alguien pensó que sería buena idea reunir tres episodios (incluyendo uno de los dirigidos por el propio Steven) y pasarlos en algunos países europeos como una película con el director como reclamo; algo que, como ya hemos comentado, valía por sí solo para que el público abarrotase los cines. Así, a mediados de 1986 la “película” de Cuentos asombrosos aterrizaba en las carteleras españolas sin que en ningún momento se mencionase el verdadero origen del metraje, desconocido por todo quisque fuera de los Iuesei. Vendida como una nueva producción de Steven Spielberg en la que además también dirigía la primera de las historias mientras su ojito derecho Robert Zemeckis, que acababa de petarlo con Regreso al futuro, hacía lo propio con otra. Más no se podía pedir.
Como casi toda película de esta clase, Cuentos asombrosos tiene segmentos mejores que otros, aunque en general no están mal escogidos teniendo en cuenta que la serie de la que proceden ya era tremendamente irregular, con poca cosa a destacar salpicando un océano de morralla. Con el primero de ellos Spielberg hace honor al moñas, al niño que siempre ha llevado y llevará dentro hasta el día que se muera, mientras que los otros dos tienen mucho más sentido del humor y mala milk, siendo en conjunto superiores o al menos más divertidos, aunque tampoco sean especialmente brillantes. A título personal echo en falta la inclusión de El anillo de boda, dirigido y protagonizado por Danny DeVito anticipando ese festival del humor cabrón que sería La guerra de los Rose. Por lo demás, resulta curioso ver a una jovencísima Mary Stuart Masterson intepretando a Madonna, a actores en un estadio previo al de la fama que alcanzarían posteriormente como Kevin Costner, o a Christopher Lloyd en un remedo descabezado de Doc Brown, haciendo de histrión y poniendo caretos como sólo él sabe.
Resultado: Aplausos, pero tampoco sin entusiasmar.
Tengo un buen recuerdo de esta serie 🙂
Y yo, no lo niego, aunque la mayoría de capítulos eran flojetes.