Érase una vez un chaval israelí con una desmedida pasión por el cine; un tío que años más tarde llegaría a confesar que, de haber tenido que empeñar a su mujer y a sus hijos para rodar una película, lo habría hecho sin titubeos. En unión a un primo suyo, que era el que ponía la «mentalidad de empresa» en la sociedad, se convirtió en amo y señor del mercado cinematográfico hebreo, pero aquello representaba muy poco para dos hombres poseídos por una ambición sin límites, que querían ser famosos en todo el mundo y figurar con letras de oro en la historia del séptimo arte. Así pues, su destino estaba cantado: se marcharon a Hollywood y compraron una minúscula productora independiente con la que hacer realidad sus sueños, el uno filmando películas taquilleras y prestigiosas y siendo reconocido entre sus iguales como un artista; el otro amasando una fortuna para convertirse en dueño del mundo. Del cine, por supuesto, aunque quien sabe si luego más allá. Ni que decir tiene que no lograron sus objetivos. O si, pero desde luego no del modo que ellos esperaban.

«El mundo es nuestro, cabrones».

La historia de Menahem Golan, Yoram Globus y su productora Cannon Films es harto conocida entre numerosos aficionados al cine, y es probable que un documental como Electric Boogaloo les sepa a poco cuando hasta en la Red hay artículos muy buenos sobre aquel par de truhanes judíos y su imperio, construido al más puro estilo español: en base a una burbuja, como un castillo de naipes y usando métodos trapaceros, lo que en seguida les hizo destacar. Negativamente, claro. Frank Yablans, uno de los prebostes más notorios de la Meca del cine durante el último tercio del siglo XX, que se dejó embaucar firmando con ellos un acuerdo de distribución mientras fue presidente de la Metro, lo deja bien claro: «Cometí un error». Su empresa gastaba enormes cantidades de dinero intentando sacar algún rédito de la basura que Cannon le entregaba, mientras los primos iban por ahí alardeando de que Brooke Shields ganaría el Óscar con su ayuda. En ese último aspecto sorprende lo ingenuos y palurdos que podían llegar a ser. Como cuando quisieron contratar a la protagonista de Romancing in the Stone (Kathleen Turner) para que protagonizase Las minas del rey Salomón y se confundieron contratando a… Sharon Stone.

Ante hechos como este resulta imposible reprimir las carcajadas, pero los “Go Go Boys”, como se les conocía por dar luz verde a toda clase de proyectos sin importar cuan descabellados fuesen y producirlos todos a la vez, estaban por su comportamiento más próximos a la mafia que a un par de comediantes (involuntarios). Su anhelo de codearse con lo más granado de Hollywood, pavoneándose en chándal por el Festival de Cannes y financiando superproducciones a coste de saldo, racaneando el dinero y estafando a cualquiera que se les pusiera a tiro y se confiase un pelín, fue la gota que acabó desbordando el vaso y les puso en el punto de mira de la SEC, la temible agencia de control bursátil estadounidense. Su previsible caída, más que entristecer, fue celebrada por casi todos los que les habían tratado.

El director Michael Winner, fetiche de Charles Bronson y definido como sádico y fascista, de los pocos que apreciaban a los primos. Lógico.

En fin, que vale la pena ver este exótico documental (es de origen australiano), tanto más cuanto menos se conozca la historia de este par de judíos engreídos que quisieron poner una pica en Hollywood, creando un imperio que finalmente trascendería como “la factoría del mejor peor cine de los ochenta”. Algo que evidentemente no es cierto, dado que en los ochenta, e incluso en el mismo Hollywood, hubo quienes perpetraron crímenes aún más execrables (a la par que divertidos) manejando una cámara, escribiendo guiones o haciéndose pasar por actores. Pero no cabe duda de que “la Cannon”, como era conocida por todo el mundo, fue la más popular de todas, llegando incluso a crear escuela en algunos aspectos de la producción cinematográfica futura. Obviamente, para mal.

Resultado: Golan y Globus lo tuvieron claro, produciendo en paralelo otro documental que estrenaron tres meses antes que este.

Ficha en la IMDB.

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