Quizás la mejor película “seria” de Steven Spielberg junto a La lista de Schindler y quizás superior a ella por momentos al prescindir de su maniqueísmo, aunque el director utilice una excusa tan pueril (y tan propia de él) como el divorcio de los padres para justificar la maldad del protagonista, cuando el auténtico Frank Abagnale Jr. ya delinquía casi antes de nacer. Dejando a un lado este detalle “menor”, hay que reconocer que la película está muy bien rodada y resulta francamente entretenida, con un Leonardo Di Caprio muy solvente para lo que en él es habitual y el actor fetiche de Spielberg por aquel entonces, Tom Hanks, cubriéndole las espaldas con gran brillantez. En resumen, muy buena peli.