Película de 2009 ambientada veinte años antes, en la triste y deprimente Inglaterra de 1979, y que cuenta la historia de Carty, un joven deslumbrado con la idea de formar parte de una banda local de hooligans, cuando estos grupos de aficionados radicales al fútbol empezaban a estar en su apogeo por la fascinación que ejercían sobre miles de jóvenes desencantados.

Basado en una novela previa, cuyo autor se encargó de escribir el guión, este aburridísimo drama se centra en la relación que Carty establece con Elvis, el extraño chico que le ayuda a entrar en la banda sin que se sepa muy bien por qué. Lo más destacable, aparte de que el protagonista parezca un calco de Tom Courtenay en La soledad del corredor de fondo y el abuso de planos cortos para ahorrar en diseño de producción (señal inequívoca de que la película está hecha con dos peniques), se encuentra en la banda sonora, que aglutina canciones de Echo and the Bunnymen, Joy Division, los primeros Simple Minds (de cuando Jim Kerr y sus chicos jugaban a ser post punks) y sobre todo Ultravox. Estos últimos contribuyen con un buen puñado de cortes al estofado sonoro de la cinta. Será que al director le molaban especialmente. O que Midge Ure estaba de rebajas con los derechos de autor, que también podría ser.

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