El pináculo en la carrera de Kevin Costner, con el que tocó el cielo sin que nadie lo hubiese esperado teniendo en cuenta que sus orígenes parten de un guión de poca monta que nadie quería comprar. Sólo interesó a Costner, quien animó a su autor, Michael Blake, a convertirlo en novela para acto seguido comprar los derechos y facilitar así su producción, con él como director y protagonista. Eso no ocurriría hasta 1988, y cuando la novela estuvo al fin escrita ningún editor serio quiso publicarla, siendo finalmente lanzada como libro de bolsillo a bajo precio. Pese a que Costner era una estrella en alza, le costó dios y ayuda obtener financiación para levantar una película basada en un texto tan flojo (y además un western, con lo que eso implicaba tras el desastre de La puerta del cielo); pero con ayuda de un financiero canadiense y la colaboración de Orion Pictures, Bailando con Lobos pudo hacerse realidad.

Dado este cúmulo de vicisitudes, cuesta creer que estemos ante el cuarto largometraje más taquillero del mundo en 1990 y uno de los sólo tres westerns galardonados con el Óscar a la Mejor película. No sólo eso: esta reedición de la historia de Pocahontas acabó ganando siete de doce a los que optaba, triturando la competencia de Uno de los nuestros en una decisión a todas luces incomprensible, dado que el filme de Scorsese resulta infinitamente superior. La «Academia» dio así pábulo a un filme simplón, maniqueo y pretencioso, cargado de tics propios de un realizador novato como Costner (atardeceres por doquier, contraluces, mucha cámara lenta…), de quien se dijo que había reinventado el western sin ser cierto en absoluto. A la hora de la verdad, del conjunto sólo merecen destacarse la preciosista fotografía de Dean Semler y, por encima de todo, la mítica partitura que John Barry escribió para la cinta, cuya contribución a la fama de ésta resultaría impagable. Aquejado por problemas de salud que casi lo matan y le obligaron a una larga convalecencia, a Barry se le consideraba acabado. Pero resurgió como el coloso que sin duda era, gracias a una banda sonora inolvidable.

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