Hace algún tiempo comentábamos la banda sonora de una de las películas menos conocidas, a la par que más interesantes, de Ridley Scott. Pese al caché que atesora, con Oscars de por medio y todo, el cineasta británico nunca me ha parecido especialmente brillante, aunque hay que reconocer que aquí al menos consigue un buen entretenimiento partiendo de la trillada base de una buddy movie que, en principio, únicamente destacaría por su actor protagonista (que también hizo de productor) y el exotismo que le otorga el hecho de estar mayormente rodada en Japón apoyándose en la estrella del recientemente fallecido Ken Takakura, entonces uno de los actores más famosos y mejor pagados de su país. Hay que tener en cuenta que en los ochenta todo lo relacionado con la cultura japonesa estuvo muy de moda y llamaba la atención del público, vendiéndose de maravilla sin necesidad de mucho esfuerzo. En tales circunstancias Scott tenía claro que filmar en el país del sol naciente ayudaría a la película, pero acabó arrepintiéndose por los continuos dolores de cabeza que le producía la férrea burocracia nipona, empeñada en ponerle todo tipo de exigencias y trabas durante el rodaje. Acabó tan hasta las narices que decidió empaquetar los bártulos y marcharse a terminar la película en California.

Por lo demás no hay mucho que destacar, excepción hecha de la presencia de Kate Capshaw en un papel secundario cono la propietaria gaijin de un prostíbulo de lujo, según las malas lenguas continuamente vigilada en el plató por su entonces novio y aún hoy marido Steven Spielberg, para evitar tentaciones al pichabrava de Michael Douglas. El malo de la función, Yusaku Matsuda, un actor curiosamente encasillado en roles de detective, suplicó al director que le permitiese hacer la película pese a que se estaba muriendo de un cáncer incurable. “Así viviré para siempre”, le dijo. Lo consiguió, pero por desgracia no llegó a ver la película terminada (al menos en este mundo) porque falleció siete semanas antes del estreno con sólo 39 años. Ridley Scott decidió, con toda justicia, dedicarla a su memoria.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.