Tras el éxito de la tremebunda (por violenta) Curso de 1984 era de esperar la llegada de una secuela, pero ni el más pintado podía imaginar que tendría tan poco que ver con la original ni que sería tan bizarra. En un futuro cercano en el que las bandas juveniles se han hecho con el control de los institutos y los barrios colindantes, una empresa tiene la genial idea de introducir profesores robot en las aulas para imponer disciplina, con resultados impredecibles. El estofado que resulta de mezclar un clon de Terminator con cine postapocalíptico y el drama escolar es un monumento a la psicotronía creativa que enseguida se convirtió en un clásico de videoclub, ideal para pasar un muy buen rato de diversión sin complejos ante un enorme bol de palomitas.