O El hombre que salvó al mundo, título que así traducido resultará mucho más comprensible, aunque seguramente no proporcionará pista alguna sobre el argumento. Pero si digo que bajo él se esconde el célebre Turkish Star Wars, seguro que la cosa cambia y a más de uno se le iluminará la cara con una sonrisa, pues no en vano estamos ante uno de los delirios cinematográficos más cachondos de toda la historia.

Nacido en 1941, Çetin İnanç era un abogado turco que un buen día decidió que el oficio para el que se había preparado era muy aburrido, y que sería mucho más divertido hacer cine. En un contexto expansivo para la industria cinematográfica local, con el público demandando continuamente más y más películas, İnanç no tuvo problemas para debutar en la dirección. Lo hizo a los veintiséis años como Orson Welles, sin una pizca de su talento pero con mucha más inteligencia porque se centró en rodar filmes eróticos (¡en un país musulmán!), sacando jugosos beneficios de producciones realizadas a toda hostia con presupuestos inferiores al precio de un kebab. El golpe de estado militar de 1980 le fastidió el negocio, pero las restricciones impuestas a la exhibición de películas americanas, así como el favoritismo de los espectadores hacia el cine de su país, le llevaron a ver la luz.

En un arranque de genialidad tuvo la ocurrencia de rodar una peli de ciencia ficción aprovechando el éxito mundial de Star Wars, pero sin renunciar a las señas de identidad de sus obras, incluyendo el «presupuesto kebab» y un precario entendimiento del arte cinematográfico, que en este caso incluye escenas robadas de la película original de George Lucas (en algún caso montadas al revés) y una banda sonora igualmente robada, en este caso de En busca del Arca perdida o de otras películas y series de TV como Battlestar Galactica. Para centrar el tiro sin posibilidad de error se alió con una de las principales estrellas del cine turco, Cüneyt Arkın, con quien repetiría dos años después para rodar otra maravillosa astracanada.

Poco más cabe decir de una película que hay que verla para creerla. Y aún así es muy probable que no creáis lo que estáis viendo. Ahora que estamos inmersos en una agobiante campaña publicitaria a cuenta del estreno de El despertar de la fuerza, es el momento ideal para «contraprogramar» revisionando este imperecedero clásico del cine basura, que garantiza un triunfo absoluto a todos aquellos que quieran montarse una juerga del copón gracias a las bondades (involuntarias) del filme, que acaba por resultar mucho más divertido que la mayoría de las películas de Lucas. Después de ver Dünyayı no importará una mierda cómo termine la fiesta. Por mucho que bebamos, por mucho que follemos, no podremos olvidar algo tan desopilante como el Star Wars turco. Una de esas raras películas que transforman la vida de quienes la ven para siempre jamás.

Aquí os dejo la peli ENTERA para vuestro solaz y descojonación. Aparte esta portentosa reseña de Cinecutre.com, clásico a la altura de la propia cinta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.