En su autobiografía, Arnorld Schwarzenegger «despacha» esta película en unas pocas líneas, lo que da una idea de lo satisfecho que quedó con ella. El austriaco, convertido en estrella tras el éxito de Conan el Bárbaro y Terminator, se vio en la obligación de participar en Ejecutor para cumplir el contrato que le ataba al productor Dino de Laurentiis y del que no se podía zafar sin meterse en un lío judicial que no le salía a cuenta. Así pues, «Chuache» se limita a poner el piloto automático (que ya es decir tratándose de él) en esta cinta de acción típica de los ochenta, lo cual deja muchas cosas claras.
Argumento escrito por parvularios subnormales, guión trufado de frases chorras, tiros y violencia sin freno para una gilipollada como un piano de cola, de esas que justifican como pocas la aparición de Rainier Wolfcastle en la teleserie Los Simpsons como parodia de Arnold y sus películas, pero con ese «algo» indescriptible que hace que te quedes pegado al sofá cuando la echan por la tele. Mención especial para el título original en inglés (Raw Deal) que mola mucho más que su «traducción» al castellano, y para un reparto lleno de caras conocidas especialmente entre los televidentes de la época como Robert Davi, Ed Lauter o Joe Regalbuto. Ya que estamos, premio para el que localice al culturista y karateka danés Sven-Ole Thorsen, conocido por su papel de Thorgrim en Conan el Bárbaro y muy amigo de Schwarzenegger, lo que le valió un papelito aquí. El percal lo dirige británico John Irvin, realizador de baja estofa que alcanzaría la cima de su carrera en 1991 con Robin Hood, el magnífico, «contestación» de los ingleses al blockbuster sobre el arquero de Sherwood protagonizado ese mismo año por Kevin Costner, y por momentos bastante superior a aquel.
Esta no me suena haberla visto, que raro… yo pensaba que las de Arnold me las había visto todas.
Pues ya te falta una por ver 😉