Pese al relativo fracaso de El Crack, tanto José Luis Garci como los productores que la financiaron quedaron lo bastante satisfechos con el resultado (cinematográficamente hablando) como para decidirse a lanzar una secuela. En parte, Garci la hizo para tratar de enjugar la mala taquilla de Volver a empezar, cinta bastante floja con la que más tarde ganaría un sorprendente Oscar en la categoría de Mejor Película de Habla no Inglesa, y fue a lo seguro copiando punto por punto el esquema del primer Crack.

Por tanto, El Crack Dos es idéntica a su predecesora incluso en el hilo argumental, de nuevo centrado en un caso de desaparición aparentemente rutinario que esconde algo mucho más peligroso. Las diferencias estriban en un retrato del protagonista aún más oscuro y pesimista, así como en una mayor presencia en la trama de José Bódalo, el “Abuelo”, que es una auténtica mina y brinda, junto a Landa, algunas de las mejores secuencias de la película, cuajadas de diálogos memorables. Como El Crack Dos es idéntica a su antecesora, no extraña que le esperase el mismo destino: en un arranque de genialidad, alguien decidió estrenarla en pleno mes de agosto, por lo que no fue a verla ni el Tato, aunque finalmente logró remontar un poco y convertirse, junto a la primera película, en un clásico del cine negro español contemporáneo. Quince años después, José Luis Garci trataría de poner en marcha una nueva entrega de las aventuras de Germán Areta ambientada en Dubai y con una trama sobre terrorismo internacional, pero no llegó a cuajar por problemas de calendario y presupuesto.

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