Una de las últimas películas reseñables en la carrera de Edward Norton aunque sea sólo por la popularidad que alcanzó en ciertos mercados, que no se corresponde con la calidad real de un producto definido por la relativa mediocridad de su puesta en escena y lo tramposo de su guión, rematado con un desenlace de traca por falso e incoherente. Es una pena, porque esta historia ambientada a principios del siglo pasado en la Viena del Imperio Austrohúngaro sobre un enigmático ilusionista que usa su talento para recuperar a un amor de juventud que va a casarse (contra su voluntad) con el heredero al trono, tenía madera para haberle extraído algo más.

Pese a que el reparto lo encabeza Norton sobre el papel, a la hora de la verdad ese rol le corresponde a Paul Giamatti, verdadero mago de esta función. Muy por encima de un elenco que incluye a Jessica Biel como imitadora de Scarlett Johansson y a Rufus Sewell haciendo de malo con un estilo algo cargante por (mal) pasado de vueltas. Al final, lo más reseñable del tinglado Giamatti aparte, se lo merece la hermosa partitura minimalista de Phillip Glass.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.