En septiembre de 2013 y por sorpresa, Hayao Miyazaki anunciaba su retirada ante el estupor de sus seguidores. Con 72 años a cuestas se lo había ganado, después de cinco décadas trabajando para cimentar la edad dorada del cine de animación japonés, aunque el reconocimiento masivo le llegaría en la última etapa de su carrera y de la mano de las que seguramente sean sus películas más flojas, entre las que El viaje de Chihiro se lleva la palma pese a sus más de treinta galardones (!), incluyendo un Oscar al Mejor Filme de Animación. En resumen coincido en casi todo con el descojonante artículo publicado en Cinecutre sobre la película, lastrada por un guión paupérrimo lleno de agujeros, incongruencias y soplapolleces disfrazadas con filosofía de a tres céntimos de euro, dentro de una historia insufrible que se podría haber contado perfectamente en 90 minutos en lugar de en 120.

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