En 2009, el mediocre realizador sudafricano Neill Blomkamp perpetró District 9, un atentado terrorista que sin embargo gustó a muchos representantes de esa «generación mejor formada» que piensa que el cine clásico empieza con Star Wars y que Chris Nolan es el mejor cineasta de todos los tiempos. Algún payaso con traje de diseño y varios MBA en las mejores universidades privadas debió creer que si Blomkamp lo había petao con 30 millones de dólares, dándole 115 haría historia y dejaría a Orson Welles en mantillas. Obviamente se equivocó: Elysium se fostió en taquilla, mostrando las evidentes carencias de un individuo que jamás debió salir del antro donde modelaba en 3D encadenado a un ordenador. La idea en sí no es mala, pero el guión está escrito con los pies, filmado con el culo y montado con el nabo, añadiendo un acompañamiento musical aberrante que es puritito plagio de la mierda música hecha para los ñordos filmes de Batman defecados rodados por Nolan. En resumidas cuentas, una astracanada que se llevó lo que se merecía. Ni más ni menos.