El 16 de junio de 1959 George Reeves, un actor de medio pelo conocido por su papel en una teleserie de Superman para niños, murió de un tiro en la cabeza durante una fiesta que celebraba en su casa de Los Ángeles. Todos los indicios apuntaban a que Reeves se había suicidado y así lo creyó todo el mundo, empezando por la Policía. Excepto la madre de Reeves, convencida de que su hijo había sido víctima de un crimen y que, ante la indiferencia general y la pasividad de las autoridades, decidió buscar a alguien dispuesto a ayudarla. Louis Simo, un detective caído en desgracia que necesita pasta fácil, acepta hacerse cargo de la investigación sin sospechar los obstáculos que encontrará por las extrañas circunstancias que rodean el caso…
Antes de comentar cualesquier otro aspecto, conviene aclarar que Hollywoodland está mejor de lo que su paupérrima taquilla podría indicar. Construida mediante una estructura a base de flashbacks bastante convencional pero que funciona, la película juega a especular con las tres hipótesis barajadas en torno a la muerte de George Reeves (asesinato premeditado, disparo accidental y suicidio) sin tomar partido por ninguna, lo que acaba por resultar decepcionante además de cobarde, lastrando el resultado del filme en su conjunto. Una lástima, porque la impresión que deja es la de ofrecer menos de lo que podría dar.
A muchos les sorprenderá el buen papel de Ben Affleck, que arrastra fama de ser un pésimo actor pero que aquí, consciente de estar trabajando en algo más que en un blockbuster destinado a públicos oligofrénicos, da el pego interpretando a Reeves: básicamente un buen tipo, dotado con un sentido del humor ocasionalmente caustico, pero a la vez muy frustrado y deprimido ante las escasas oportunidades que le ofrecen para demostrar que puede ser algo más que un superhéroe televisivo de pacotilla. Un papel en el que lo habían encasillado sin remisión y que sin embargo se tomaba muy en serio; tanto que hasta dejó de fumar para no influir negativamente entre las legiones de niños que lo adoraban. Comparativamente, el protagonista Adrien Brody se queda un escalón por debajo, limitándose a tirar de registros usados en su acostumbrada interpretación de hombre obligado a sobreponerse a unos acontecimientos que le superan. Destacable la presencia de Diane Lane, muy estilosa ella, y del gran Bob Hopskins.