La película que definió el llamado «cine de colegas» (o buddy movies, si es usted uno de esos que gusta presumir de ilustrado en inglés aunque no hable ni papa del idioma) a la manera que se entiende actualmente. Hoy está ciertamente olvidada, pero al acabar 1982 se había coronado como la séptima película más taquillera a nivel mundial, y sin su éxito Arma letal o Superdetective en Hollywood jamás habrían existido. Límite 48 horas reavivó la carrera de Nick Nolte en el cine, pero sobre todo descubrió al gran público la figura de Eddie Murphy, que hasta ese momento sólo era conocido por los televidentes americanos gracias a sus apariciones en el Saturday Night Live. El resto, como suele decirse, es historia.
La premisa argumental del filme es absurda: un preso muy peligroso se da a la fuga y el policía malhumorado y rebelde que debe atraparlo decide sacar temporalmente de la cárcel a uno de sus compinches de banda para que le que ayude. Pero es justo reconocer que el guión está lo bastante bien escrito y desarrollado como para lograr hacer creíble lo increíble y además enganchar como pocas veces se ha visto en una peli de este género, gracias a un conjunto de diálogos chispeantes y una magnífica explotación de la química establecida entre sus dos protagonistas, que es fabulosa. Menciones especiales para el montaje (vibrante sin caer en excesos) la dirección de Walter Hill y la banda sonora del debutante James Horner.