Tras el éxito obtenido con su polémica transcripción de la novela Entrevista con el vampiro, el realizador Neil Jordan volvió la vista hacia su país de origen para retratar a una de las figuras más controvertidas del siglo XX, héroe como uno de los líderes de la  independencia irlandesa, pero también uno de los padres del terrorismo moderno como fundador del IRA. Jordan aglutinó un reparto de campanillas encabezado por Liam Neeson, que acababa de protagonizar La lista de Schindler y buscaba afianzar su recién adquirida condición de estrella, y por Julia Roberts, ansiosa por desprenderse de la etiqueta de “novia de América” ganada con Pretty Woman. Ninguno de ellos consiguió su propósito ante la tibia acogida que tuvo la película, sin duda injusta a la vista de los méritos acumulados por ésta, digna de figurar entre las mejores y más entretenidas de su realizador.

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