Tras el éxito de Máximo riesgo en 1993, Sylvester Stallone buscó repetir diana tres años después usando una fórmula parecida, entroncándola de paso con el cine catastrofista que tan de moda había estado dos décadas antes. El personaje que interpreta se parece mucho al de Máximo riesgo: un hombre que carga sobre su conciencia con el peso de una decisión fallida tomada en un momento crítico, por la cual fue defenestrado, y al que las circunstancias le permiten redimirse tras verse nuevamente involucrado en una situación excepcional; en este caso un aparatoso y mortífero accidente de tráfico que provoca el hundimiento de un túnel de Nueva York, atrapando en su interior a un puñado de supervivientes por los que nadie en su sano juicio apostaría un céntimo.
La guionista del filme, Leslie Bohem, se inspiró en un caso verídico ocurrido en los años 40 para escribir el argumento de la cinta, que obtuvo unos réditos de taquilla aceptables. Sin ser ninguna maravilla, Daylight se las apaña para brindar un rato de evasión sin complicaciones, lo que ya es bastante tratándose de una película dirigida por Rob Cohen (futuro creador de la saga Fast & Furious) y protagonizada por un Stallone al inicio de su declive, quien no obstante lo pasó mal teniendo que rodar en lugares que ponían a prueba su aversión a los espacios cerrados.