Punto y final a una de las sagas cinematográficas más legendarias de la historia, pero también símbolo del fin de no ya una década, sino de todo un periodo en la cultura norteamericana, cuyo cine más comercial vivió una época dorada durante los 80 con el impulso del gobierno ultraconservador que dirigía el país. No llega al nivel de la película que abrió la trilogía, pero Regreso al futuro III conserva los mimbres básicos de su éxito y le proporciona una conclusión más que digna, pese a limitarse más que nada a calcar el esquema de sus antecesoras.