Si hace unos días comentábamos la copia, ¿por qué no comentar ahora el original? En verdad poco cabe decir sobre uno de los grandes clásicos de los ochenta y una de las mayores sorpresas en la historia contemporánea del cine.
Porque inicialmente Beverly Hills Cop se había concebido como drama nada menos que para Sylvester Stallone, hasta que Eddie Murphy metió baza y se hizo con el papel ante el desinterés del (entonces) astro italoamericano. Murphy era ya un rostro conocido en el cine gracias a su participación en éxitos como Límite 48 horas y Entre pillos anda el juego, pero siempre como actor secundario. Encarnando al irreverente detective Axel Foley vio la oportunidad de volver a triunfar pero esta vez como protagonista absoluto, con lo que eso acarreaba. Desde luego no se equivocó, pero seguramente ni él imaginó hasta qué punto daría el pelotazo: Pese a sus hechuras de peli baratita y sin demasiadas pretensiones, Superdetective en Hollywood hizo una fortuna, convirtiéndose de golpe y porrazo en la cinta más taquillera del año 1984 hasta llegar a colarse entre las diez con mayor recaudación de todos los tiempos. Una pasada. Y además todavía puede disfrutarse (y mucho) sin que se te caiga la cara de vergüenza, algo que no es extensivo a buena parte del cine comercial de la época.
¿Dónde reside el truco que hace a esta película tan divertida, pese a su trama absurda e inverosímil? Indudablemente en el carisma de Eddie Murphy, de su personaje, y en la estupenda química que establece con el resto del reparto, siempre dispuesto a darle pie para lucirse en cada escena. Mención aparte merecen la inolvidable banda sonora compuesta por Harold Faltermeyer y el eficaz trabajo de Martin Brest como director, que le permitió redimirse a lo grande tras ser despedido del rodaje de Juegos de Guerra por «inútil». Nunca más volvería a repetir semejante campanada, pero a buen seguro no le importó mucho: la oportunidad de hacerle un corte de mangas del calibre de Superdetective en Hollywood a quienes te acaban de defenestrar, vale por toda una vida en la más discreta penumbra.