El Mundial de Fútbol disputado en Inglaterra durante el verano de 1966 fue, esencialmente, un torneo mediocre capitalizado por el juego defensivo y violento. Pero ha pasado a la historia por dos motivos: primero por ser el único Mundial conquistado por los inventores del fútbol, aunque fuese a base de trampas en forma de ayudas arbitrales más o menos descaradas. Y segundo por el partido que Corea del Norte le ganó a Italia en la primera fase del torneo.
Fue una de las mayores sorpresas en la historia de los Mundiales. En plena Guerra Fría y con los rescoldos de la Guerra de Corea aún humeantes, los súbditos del «Gran Líder» Kim il Sung aterrizaron en Inglaterra como lo que eran: completos desconocidos, Su inesperada clasificación para el Mundial suponía un quebradero de cabeza para los organizadores, pero los norcoreanos sorprendieron ganándose el respeto y el cariño de la gente con su carácter afable y amistoso. Algo esto que también lograrían sobre el terreno de juego, gracias a aquel memorable partido contra Italia. Nadie daba un duro por ellos, pero los pequeños norcoreanos jugaban con rapidez, y acabaron ganando el partido por 1-0. Gracias a esa victoria, Corea del Norte se convertía en la primera selección no europea o americana en acceder a los cuartos de final de un Mundial. Perdieron contra la Portugal del mítico Eusebio (no sin antes marcar tres goles en veinte minutos), pero habían cumplido con creces. A su regreso, los jugadores y el equipo técnico eran agasajados como héroes mientras los italianos, humillados como nunca hasta entonces, recibían una lluvia de tomates podridos en el aeropuerto de Roma.
Cuatro años le costó a la BBC obtener los permisos necesarios para entrar en Corea del Norte, y filmar allí el reencuentro de los supervivientes de aquel partido contra Italia del Mundial ´66. Fue de los primeros equipos de rodaje occidentales en conseguirlo, y en vista del resultado es innegable que el esfuerzo valió la pena porque El partido de sus vidas es un documental estupendo. Hoy, muchas de sus referencias al modo de vida de los coreanos del norte resultan tópicas (imágenes del Arirang, el pin que todos los ciudadanos llevan en la solapa y demás etcétera), pero no lo eran cuando el documental se estrenó en 2002. Tampoco es que profundice en ese aspecto porque no importa, ése no es el eje central del argumento, como ya supondrán. Lo verdaderamente importante es la historia de aquellos jóvenes sencillos, que en pleno enfrentamiento Este-Oeste y siendo vasallos de uno de los países más herméticos del globo, quisieron demostrar al mundo que sabían jugar al fútbol como los mejores. Por supuesto que también estaban motivados políticamente (el adoctrinamiento es el adoctrinamiento), pero no por eso dejaban de ser futbolistas que disfrutaban jugando bien y ganando. Como todos.
Retrato de Pak Doo Ik, héroe nacional de Corea del Norte como autor del gol que dio la victoria a su país frente a Italia.