Monumental recreación del ataque japonés a Pearl Harbor que supuso la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Los productores Darryl Zanuck y Elmo Williams llevaban años queriendo filmar una versión «revisionista» de los hechos narrándolos no sólo desde el punto de vista yanki, sino también desde el japonés. Buscaban así una postura equitativa, que para los años sesenta del pasado siglo resultaba muy novedosa pese a que por entonces americanos y japoneses ya estaban a partir un piñón, con el antaño imperio del sol convertido en fiel estado cliente de la mayor potencia económica y militar del planeta.
Para lograrlo, Zanuck y Williams montaron una gigantesca producción a dos bandas con dos equipos (uno japonés y el otro americano) rodando al unísono alimentándose de un caudal monetario casi infinito, lo que devino en complicaciones de toda clase y por ambas partes. Especialmente del lado nipón porque Akira Kurosawa, elegido en principio para escribir la parte japo y filmarla como director, acabó dando un portazo tras haber tarifado hasta con los barrenderos del plató, obligando a buscarle sustituto de un día para otro y siendo por ello totalmente desacreditado. Literal: su nombre fue borrado de los créditos y no aparece por ningún lado. Los retrasos se sumaron al gigantismo de la propia empresa, extendiendo la duración del proyecto hasta los tres años y convirtiéndolo, con 25 millones de dólares USA, en uno de los más caros de la historia hasta ese momento, lo que no impidió que el filme resultante se estrellase en taquilla ni que fuese molido a palos por la crítica.
Solo el paso del tiempo ha permitido a Tora! Tora! Tora! ganar crédito paulatinamente hasta convertirse en un clásico del cine bélico, pero en su momento causó un buen agujero en las finanzas de la 20th Century Fox. Y eso que no es para nada una mala película. Al contrario: está bien hecha y la abundancia de medios disponibles se nota especialmente en la escena del ataque, espléndidamente filmada sin ayuda de unos recursos digitales inexistentes por entonces, lo que añade mérito teniendo en cuenta su enorme (por evidente) complejidad.
Hasta entonces, es posible que quienes no sean aficionados a la historia militar puedan aburrirse dado el tono casi documental de la narración, empeñada en explicar el contexto histórico de los acontecimientos y los hechos que los provocaron; pero es precisamente ahí donde reside buena parte del interés de este largometraje, ya que Japón no atacó Pearl Harbor porque sí y por añadidura Tora! Tora! Tora! se atreve a insinuar detalles inauditos en un filme bélico yanqui de la época, como que los estadounidenses se dejaron atacar adrede o que fueron ellos quienes iniciaron las hostilidades, al arrojar cargas de profundidad contra un submarino japonés poco antes del ataque. Por cosas así (además de por la escena culminante, claro) la película merece nuestras atenciones y ser vista de principio a fin valorándola en su justa medida. Los integrantes de la Generación Mejor Formada y los tontos de baba en general ya tienen Pearl Harbor a su disposición, hecha para ellos por gente como ellos. Porque Dios los cría y ellos se juntan.