Azuma es un detective conocido y despreciado por sus compañeros a causa de sus métodos poco ortodoxos. Su único amigo en el cuerpo es Iwaki, un veterano al que involucran en un oscuro asunto de corrupción policial y poco después aparece muerto, presuntamente por suicidio. Sin creer nada de lo sucedido y oponiéndose al criterio de compañeros y superiores, Azuma decide investigar el asunto por su cuenta y riesgo con la única ayuda de un agente novato.
Debut de Takeshi Kitano como director cinematográfico que no iba a ser tal, puesto que el inicialmente elegido por los productores fue Kinji Fukasaku, relativamente conocido en Occidente como director de las secuencias japonesas de Tora! Tora! Tora!, pero que se haría mucho más famoso años después como firmante de la célebre Battle Royale. El caso es que Fukasaku tuvo que darse de baja y los productores decidieron apostar por Kitano, quien ya era inmensamente famoso en Japón y decidió no desaprovechar la oportunidad que le brindaban. Cuando lo hizo fue a conciencia, eso sí: reescribió el guión de arriba a abajo para dejarlo a su gusto, y lo que iba a ser una comedia se transformó en drama con «Beat» Takeshi como protagonista absoluto.
Poco más cabe decir acerca de un largometraje que, pese a no funcionar demasiado bien a nivel de crítica ni de público, permitió que la singular figura de su director, guionista y «prota» fuese dada a conocer entre el público no japonés, dado que la cinta gozó de una aceptable distribución internacional. A quienes ya conozcan la vida, obra y milagros de Kitano Violent Cop les resultará familiar, pues está cortada por el mismo patrón que viene distinguiendo su cine más comercial desde tiempos ya inmemoriales. El resto hará bien en pasarse por el forro los artículos que salpican la Red analizando esto como si fuese una obra kafkiana: todo se reduce a un entretenimiento simplemente pasable, con final sorpresa (aunque también previsible) y tintes de violencia y humor negro marca de la casa, aunque con unas elipsis narrativas que casi parecen saltos temporales y en ocasiones generan una confusión enorme al espectador si este no permanece lo bastante atento. Como curiosidad, aquí todavía podremos ver a Kitano con la cara que tenía antes de pegarse el cojostión de moto que casi le envía al otro barrio y le marcaría por los restos.