El polifacético Makoto Shinkai (aparte de cineasta es escritor, actor, animador, diseñador gráfico, guionista, fotógrafo y mangaka) dirige este aclamado largometraje de animación japonés, que muchos otakus colocan a la altura de las mejores obras del legendario Hayao Miyazaki cuando no directamente por encima. Un chico y una chica sin vínculo alguno entre sí descubren un buen día que sus cuerpos se intercambian durante el sueño, y empiezan a comunicarse por medio de notas para intentar descubrir qué es lo que sucede. Tan surrealista (y casi ridiculo) argumento esconde una historia muy emotiva que encandiló al público nipón, convirtiendo a esta película en la cuarta más taquillera de la historia en su país.
Estéticamente muy hermosa y con algunos pasajes francamente brillantes, no alcanza sin embargo a redondear la faena por culpa de un guión demasiado torpe en algunos segmentos, olvidando desarrollar partes de la trama de modo más exhaustivo y confundiendo así al espectador, que no acaba de explicarse algunas cosas básicas para entender lo que pasa más allá del simple hecho de que dos personas intercambien sus cuerpos sin comerlo ni beberlo. Se nota especialmente en el tercio final, precipitado de tal forma, en plan «tenemos que acabar la peli ya y como sea», que se convierte en un barullo. Pese a todo, vale la pena verla y sacar conclusiones propias.